Erriberako euskaltzaleak – Vascófilos de La Ribera

Euskararen aldeko zaletasuna ez da batere berria gure eskualdean. Hizkuntza bereziko herri baten parte izatearen sentipena zaharra da lur honetan, behean agertzen diren pertsonek erakusten duen moduan.

Gaurkoak, bizirik direnak, ez dira aipatzen, anitz direlako (euskaltzaleak, idazleak, editoreak, euskaltzainak…) eta hobe da inor ez atzentzea.

Gai honetan sakontzeko, Joxemiel Bidadoren “Ribera de Navarra y euskara, siglo XX. Historia de un encuentro insoslayable” irakurtzea bezalakorik ez da. Jabier Sainz Pezonagaren blogean ere datu garrantzitsuak agertzen dira.

La afición por el euskara no es nueva en nuestra comarca. El sentimiento de pertenencia a un pueblo de idioma especial es viejo en esta tierra, como demuestran las personas que aparecen abajo.

No se mencionan los contemporáneos, quienes todavía viven, porque son muchos (vascófilos, escritores, editores, algún académico de Euskaltzaindia…) y es mejor no olvidar a nadie.

Para profundizar en este tema no hay como leer “Ribera de Navarra y euskara, siglo XX. Historia de un encuentro insoslayable” de Joxemiel Bidador. Aparecen tambiñen datos inportante en el blog de Jabier Sainz Pezonaga.

Contents

Pedro de Agramont y Zaldibar

Vascófilo tudelano del siglo XVII. Autor de “Historia de Navarra y de sus Patriarcas, Gobernadores y Reyes desde la creación del mundo hasta el año del nacimiento de Jesuchristo nuestro Redemptor, mil y seiscientos y treinta y dos. Recopilada de uarios y diuersos autores y escrituras por Pedro de Agramont y Çaldibar, natural de la ciudad de Tudela, del mismo Reyno, a quien va dirigida”.

Este tudelano fue un forofo tanto de Navarra como del euskara, dejándolo claro en su extensa obra. Curiosamente, a pesar de su apellido, era partidario del bando beaumontés, el que impulsó la invasión y conquista castellana de Navarra, cuyas consecuencias le tocó vivir.

“Pedro de Agramont. Vascófilo tudelano del siglo XVII”, José Mª Satrustegi.


Eusebio López Martínez

De Lodosa (1846-1929)

Impresor de gran relevancia para las letras vascas. Lodosano, por circunstancias de la vida, acabó recalando en Tolosa, donde casó con Juliana Mendizabal, impresora e hija del impresor local Juan Ignacio Mendizabal, quien había heredado el negocio de la familia de su suegro, Lalama. El caso es que, aunque los Lalama ya habían impulsado la publicación de obras en euskara, con Eusebio López esta actividad se vio potenciada de manera excepcional, publicando obras de los más importantes escritores del país, como la Gramática Bascongada de los cuatro dialectos literarios, de Arturo Campión o los diccionarios de Aizkibel y Novia de Salcedo.

Joxemiel Bidador hizo una magnífica biografía suya en “Eusebio López: impresor y vascófilo lodosano”.


Alberto Pelairea Garbayo

Tudela, Fitero (1878-1939).

Ésta es la reseña que de él hace Joxemiel Bidador:

“Aunque nacido en Bilbao, en 1878, su padre era roncalés, mientras que su madre era tudelana, instalándose la familia en Tudela ya para 1880. Finalizados sus accidentados estudios comenzó a trabajar en la Azucarera de Tudela, para ir más adelante a una fábrica de Sitges, donde estuvo hasta que logró su trabajo definito en 1908 como administrador de los Baños de Fitero. Pelairea falleció en Fitero en 1939.

Los géneros trabajados principalmente por Pelairea fueron el teatro y la poesía, aunque sin duda destacó en este último. En algunos de sus poemas aparecen menciones directas al euskara, como en el
poema «Zuretzako» dedicado a su mujer, en las «Rimas a la pelota»:

Un buen partido
Voces de euskara
la gente toda se ha reunido
Luz de montaña, sol de Ribera.

En el poema «Navarra»:

Por ti cantar quisiera
Tus gestas legendarias,
Tomando del euskera
Las voces milenarias
Tomando tus canciones
Solemnes y viriles
Y los silbantes sones
Del viento en tus cantiles.

O el mismo «El Euskera» que publicara tanto en el Diario de Navarra como en la Euskal Erria de 1912:

Lengua venerable
Feliz el que te hable
Te oí cuando joven al mundo venía
Secaron mi llanto tus dulces canciones.


Celestino Peralta Lapuerta

Caparroso (1879-1929)

A los 19 años tomó el hábito de capuchino y adoptó el nombre de Celestino María de Caparroso.

En su tiempo de seminarista comenzó a estudiar euskara y perfeccionó este aprendizaje en su tiempo de profesor en el colegio de Lekaroz, llegando a tener tal conocimiento y dominio del idioma que fue nombrado académico correspondiente de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca.

Escritor en euskara y en castellano, firmó sus trabajos con el pseudónimo de Bernardo de Arrigaray. Sus libros fueron tres, dos de ellos acerca de la gramática vasca, “La conjugación baska: sumario de lo más preciso y práctico de la conjugación del euskera” y “Euskel-irakaspidea, o sea gramática del dialecto guipuzcoano”,  y el tercero un manual de lectura infantil en euskara, “Lenengo irakurbidea aurrei euskaraz irakurtzen irakasteko: euskelzale batek aur euskaldunen onarako argitaratzen duena”. Además colaboró en la recolección de letras musicales para el cancionero “Euskal eres sorta” del Padre Donostia.

Más detalles de su biografía en  “Los académicos de la Ribera: Peralta, Iribarren y Garde”, de Joxemiel Bidador.


Diego Pascual Eraso

De Corella (1891-1974).

Esta es la reseña biográfica que de él hace Nabarralde:

“Diego Pascual Eraso nació en Corella el día 13 de Noviembre de 1891, siendo el hijo mayor de León Pascual Villar y Buenaventura Eraso Arellano. Vivió su infancia y juventud en Corella. Estudió tres cursos como alumno libre en el Seminario Conciliar de Tarazona con excelentes calificaciones y se preparaba para cursar la carrera de Filosofía y Letras cuando murieron sus padres en un intervalo de seis meses, quedando a su cuidado cuatro hermanos pequeños. Para hacer frente a la situación no tuvo más remedio que emigrar y, siguiendo el mismo camino que otros muchos navarros, recaló junto a sus hermanos en Vizcaya, primeramente en Amorebieta y después definitivamente en Bilbao. Sus excepcionales cualidades intelectuales le llevaron a desempeñar trabajos de responsabilidad en diversas empresas de Bilbao, como el Banco Agrícola Comercial o la Sociedad Anónima Metalúrgica Internacional, donde fue Jefe de Oficina durante tres años. En 1919 casó con Trinidad Ceberio con la que tuvo cuatro hijos, Josefina, Jesús Vicente, Javier y José Antonio.

Compaginando el trabajo con el estudio aprobó el plan de estudios del Magisterio de Primera Enseñanza en la Escuela Normal de Maestros de Navarra y desde 1929 hasta 1937 ejerció como maestro en el Magisterio Municipal de la Villa de Bilbao, dando cauce a su impulso vocacional.

Sus inquietudes intelectuales y culturales se plasmaron también en otras actividades. En 1926 fue uno de los fundadores del Ateneo Navarro de Bilbao. Esta asociación, de la que fue presidente, realizó numerosas actividades sociales y culturales, celebrando conferencias, certámenes literarios, colectas sociales, etc. También se celebraban las fiestas de los patronos de Navarra y Pamplona. A principios de 1928 abrió una biblioteca, para lo que había contado con la colaboración de la Diputación Foral de Navarra, y se ofrecieron diversas charlas sobre el amor a la tierra nativa.

Aunque ya había sido publicado un artículo suyo en 1922, en la revista Euskalerriaren Alde, es en 1931 cuando comienza su labor periodística, publicando asiduamente en el diario Euzkadi, de Bilbao. Este diario cuyo primer número aparecía el 1 de febrero de 1913 era el órgano de expresión del Partido Nacionalista Vasco en Vizcaya, aunque su área de difusión era más amplia puesto que cumplía la función de vehículo propagandístico más allá de su ámbito propio.

Sus primeros artículos en este diario, que comenzaron a publicarse el 25 de Octubre de 1931, están firmados con el seudónimo Miguel de Ergabia, pero pronto lo cambiaría porque, tal como nos cuenta en el artículo Los Vascos de La Ribera de Nabarra

del 1 de Junio de 1932, el también corellano Juan José Salamero Resa utilizó el mismo para firmar un folleto de propaganda nacionalista titulado “La Erribera por Jel”, que tuvo amplia distribución en Navarra.

A partir de entonces firmó como Lucio de Arakil, y con este seudónimo publicó la mayoría de sus artículos. Estos aparecían, con muy pocas excepciones, en primera plana. No eran artículos de información sino artículos de opinión, lo que hoy llamaríamos editoriales o columnas. Los contenidos de opinión y entre ellos los artículos de índole cultural tenían una presencia muy destacada en el diario y en esta faceta Diego Pascual Eraso formaba parte del grupo de colaboradores más asiduos junto a firmas como Kizkitza, Aitzol, Onaindía, Arteche, y Achica-Allende.

En sus artículos, unos 170, de variada temática cultural, se refleja su gran pasión por Navarra, con especial referencia a su Ribera natal. En ellos quedaron plasmadas las reflexiones ideológicas y las controversias políticas, aderezadas con apuntes etnográficos y prendas literarias.

Firmó además algunos artículos que tenían como tema las escuelas vascas con el sobrenombre de Javier de Urroz. Ésta fue su firma también en el diario vespertino La Tarde, de Bilbao, donde comenzó a colaborar el 1 de Enero de 1936. Este periódico se autotitulaba diario independiente y aunque cercano al PNV buscaba un abanico de lectores más amplio que el diario Euzkadi.

Publicó también algunos artículos en la revista anual Vida Vasca, editada en Vitoria y Bilbao, que en 1931 se vendía en Corella en la librería de Vicente Catalán y en Tudela en la de Hijos de Antonio Castilla.

Tras la aprobación del Estatuto Vasco en 1936 ocupó un alto cargo en el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, en concreto el de Jefe de Negociado de Estadística y Registro, al frente de la Sección de Estadística Escolar, cuyo principal objetivo era conocer la realidad escolar de la Euskadi autónoma, sobre todo en lo referente a la situación del euskera.

También fue miembro y presidente, el último, de la Agrupación de Maestros Vascos – Euzko Irakasle Bazkuna, asociación que participó en el surgimiento de las primeras ikastolas. En 1937 parte al exilio. Junto con otros de los impulsores teóricos y prácticos de la enseñanza en euskera participará en la dirección de las colonias de niños vascos que se organizaron en la Baja Navarra. Primeramente en Donibane Garazi, en la colonia instalada en el fuerte de La Citadelle que acogía 500 niños, donde realizó trabajos de Inspección y Dirección, y a partir del otoño de 1939, dirigió la colonia de La Cagnotte en Las Landas, en un chateau cedido por el obispado de Dax.

En 1941 vuelve a Bilbao. Desposeído de su puesto de trabajo y de su vivienda tendrá que acogerse a la caridad de unos familiares. Volverá a trabajar como maestro en el colegio de 1ª Enseñanza San Rafael Arcángel hasta el año 1971 en que sufrió una trombosis. Había reanudado su labor periodística en 1969 con la publicación en la revista Fontes Linguae Vasconum de la Institución Príncipe de Viana del artículo titulado «Toponimia vasca de Corella», que continuó con tres artículos de tema navarro en Vida Vasca, el último, ya póstumo, titulado «Nosotros los riberos… Vascos, pero a nuestra manera».

Siempre se mantuvo fuertemente vinculado a Corella, a donde viajaba con relativa frecuencia. Durante los años republicanos visitaba a sus amigos Daniel Peralta y María Sánchez Munárriz, que eran los catalizadores del ambiente nacionalista de Corella, y posteriormente pasaba algunas temporadas durante los veranos. Uno de sus amigos de aquellas estancias en Corella fue Antonio Ibarbuen Carrillo, al que enviaba copias de los artículos publicados en el diario Euzkadi.

Falleció en 1974. Además de su formación humanística y de su alta calidad intelectual hay que resaltar el carácter humilde y trabajador que durante toda su vida distinguió su personalidad. Llegó a hablar perfectamente en euskera y participó teórica y activamente en la recuperación de esta lengua, sin dejar por ello de reivindicar su identidad como navarro, ribero y corellano”.

Éstos son algunos de sus escritos.

Más sobre Diego Pascual Eraso:

“Breve noticia del corellano Diego Pascual Eraso (1891-1974)”, de Javier Sainz Pezonaga


Pedro Arellano Sada

De Ablitas (1897-1959).

Ésta es la reseña que de él hace Jabier Sainz Pezonaga en su blog Erribera:

“El movimiento euskaltzale del primer tercio del siglo XX en Nabarra, tuvo también su reflejo en la Ribera. Representante de esta inquietud fue el ablitero Pedro Arellano Sada que publicó en el “Anuario de Eusko-Folklore” del año 1933 el artículo Folklore de la merindad de Tudela. En aquel artículo se recogen elementos del habla, los juegos y las danzas de los pueblos más meridionales de la Ribera. En él afirma: “El ya floreciente Renacimiento de la Cultura Vasca ha encontrado eco en aquel apartado rincón del País, y hay personas que se preocupan en recoger y conservar el espíritu del pueblo que lo habita. Aquí os expondré mi modesta contribución a estas tareas”.
Fue Pedro Arellano una persona excepcional (1). Nació en Ablitas en 1897, de familia humilde y a los trece años tuvo que dejar la escuela, para dedicarse al trabajo del campo. Realizó los trabajos típicos del jornalero ribero y como a muchos braceros le tocó marchar a segar a la Montaña o a Soria (2), e incluso llegó a trabajar abriendo la vía del ferrocarril en Andoain. A los dieciocho años consiguió matricularse en Zaragoza y realizar los estudios de magisterio, gracias a la ayuda de un particular de Ablitas. Tras trabajar en diversos lugares volvió a matricularse en la Universidad de Zaragoza, cursando la carrera de Historia, que finalizó el año 1929. Siguió trabajando de maestro, siendo destinado a Salinas de Añana. La estancia en este pueblo alavés le dio ocasión de preparar el trabajo ”Salinas de Añana, a través de los documentos y diplomas conservados en su archivo municipal”, publicado por la Revista Universidad de Zaragoza. Al año siguiente volvió a la Ribera, ejerciendo de maestro en Castejón. Colaboró en esta época en el periódico La voz de Navarra, donde publicó algunas poesías. Tuvo amistad con J. M. Barandiarán y el P. Donostia, con el que colaboró, con su hermano Félix, para la recopilación de algunas melodías populares. En la presentación del “Anuario de Eusko-Folklore” del año 1933, Barandiarán hace la siguiente reseña de los trabajos del “Laboratorio de Etnología y Eusko-Folklore”: “Un gran acontecimiento en el campo de la Etnografía vasca fue la celebración de los cursillos de verano en Vitoria a principios del mes de Septiembre, organizada por la Sociedad de Estudios Vascos. Gran parte de las materias tratadas en ellos era de folklore vasco. En este ANUARIO publicamos una de aquellas lecciones explicadas por nuestro colaborador D. Pedro Arellano”.
Aquel artículo de 68 páginas, que en principio era sólo el comienzo de una tarea que tenía previsto continuar, ha resultado fundamental para conocer una parte del folklore de la Ribera que de otra forma se hubiera perdido en el olvido.
Escribe en una Advertencia preliminar: ”No se trata aquí de hacer un estudio completo del folklore de esa región; cosa imposible de realizar por ahora, ya que la riquísima cantera está tan sólo comenzada a explotar. No obstante trataré de dar, a través de los datos recogidos, una visión lo más completa posible de los caracteres folklóricos de aquella comarca. La labor, pues, no ha hecho más que iniciarse; pero existiendo el decidido propósito de continuarla, y contando con la valiosa ayuda y las sabias orientaciones del Laboratorio de Eusko Folklore, poco a poco irán saliendo a la luz otros trabajos sobre el mismo tema que, en definitiva, completarán y abarcarán completamente su contenido”.
Pero para entonces estaba ya Pedro Arellano con un pie en Euskal Herria y otro en Cataluña, a la que tuvo que trasladarse por motivos laborales al ingresar, por oposición, en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en 1931. “Una nueva etapa comenzaba para su vida. Se llevaba de su Navarra natal la dureza de sus años mozos, la fortaleza de su espíritu, la música popular, el folklore -cantaba la jota de la Ribera como los buenos-, su conocimiento del vasco, su ya naciente familia numerosa”, se relata en una nota necrológica publicada en la revista Biblioteconomía, a su muerte (3). La dedicación a su nueva profesión, la situación social y política emanada de la guerra, etc., truncaron la labor que se había propuesto, pero no su amor a su tierra y al euskera (4).
Notas:

(1) Ver una semblanza más completa en ARANA PALACIOS, JESUS, “Pedro Arellano Sada. Un bibliotecario navarro en Cataluña”, en CEEN, nº 68 (1996), pp. 191-211.

(2) En su trabajo sobre el Folklore de la Merindad de Tudela dice “suelen acudir algunos jornaleros de estos pueblos de la Merindad, a realizar esa faena (la siega)”, y describe una costumbre singular que practicaban al pasar por el pueblo de Agreda: “Antes de llegar al pueblo, la carretera alcanza la altura de una sierra, y en el punto en que se inicia el descenso, existe un montón de piedras al que denominan La Salve. Todos, al pasar ante él, cogen una piedra del suelo y la arrojan al montón rezando una Salve. Lo propio vuelven a repetir en otra Salve situada más arriba de Agreda, en lo alto de la sierra que sirve de divisoria a las aguas del Ebro y el Duero”. Una costumbre similar documenta J. Mª Satrustegi en el dolmen de Elormenta, en “Haitzuloetako Euskal Mitologia”, CEEN, nº 68 (1996), p. 168.

(3) MATEU Y LLOPIS, ANDREU, “Pedro Arellano y Sada (3 agosto 1897 – 19 marzo 1959)”, en Biblioteconomía, nº 49, (1959), pp. 33-39.

(4) ARANA PALACIOS, “Pedro Arellano Sada”, p. 198: “También dice (Mateu y Llopis) que se llevó de su tierra natal su conocimiento del vasco, extremo éste que no he podido confirmar, aunque según confesión personal de una de sus hijas, a Arellano le gustaba emplear en su casa con sus hijos expresiones en euskera”.

Publicaciones: Misión y deontología del bibliotecario, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1954; “Salinas de Añana a través de los documentos y diplomas conservados en su Archivo Municipal”, Revista Universidad de Zaragoza, Zaragoza 1930; “Folklore de la merindad de Tudela” Anuario de Eusko-Folklore”.


Juan José Salamero Resa

Corella, 1897

Jurista, regentaba junto a su hermano Eugenio la notaría de Cascante. Nacionalista vasco y escritor, dice de él Joxemiel Bidador lo siguiente:

“De su labor literaria nos dan fe obras como su poesía en romance navarro «Ribereñas: la oración del bracero» aparecida en 1930 en la revista Vida Vasca. Fue colaborador habitual del diario jeltzale Euzkadi que se editaba en Bilbao, en el que utilizaba los pseudónimos «Ibar» y especialmente «Miguel de Ergabia». Juan José Salamero pretendiendo extender su credo nacionalista en la Ribera de Navarra publicó en 1932 el folleto propagandístico de 80 páginas La Erribera por JEL que previamente ya había venido siendo publicado por entregas en el mismo diario Euzkadi entre septiembre y octubre de 1931. En esta obra Salamero defendía la vasquidad tanto de la tierra como de los habitantes riberos, fundamentada principalmente en la toponimia y la genealogía, así como en la historia; los títulos de los diferentes capítulos del folleto son bastante expresivos: «Los fueros», «Todos los navarros son vascos», «Dice la historia que somos vascos», «El vascuence lengua de los navarros todos», «Los nombres de vuestros pueblos, de vuestras tierras y vuestros apellidos son vascos», «Los que no lleven apellidos vascos pueden ser vascos», «Qué son los fueros y cuándo nos los quitaron», «Así te engañaron vasco», «La ley de 25-x-1839 es nula jurídicamente», «La Gamazada», «PNV», «Cuál es el lema nacionalista», «A qué aspira el nacionalismo», «Himno y bandera», «Ni republicanos ni monárquicos», «El estatuto», «Así es el País Vasco», «Si Euzkadi pudiera desenvolverse», «Contestando a los reparos» y «Ribereños»”.

No informa, además, Joxemiel Bidador, de que “Juan José Salamero también había iniciado una recopilación de palabras en los años 24 al 26 que quedó interrumpida al tener que dedicarse a preparar las oposiciones para notario. Salamero ofreció (a José Mª Iribarren) entonces sus ochocientas notas lexicográficas, que unidas a las de Iribarren, supusieron la base del vocabulario. Estas notas son las mismas que Iribarren cita en la bibliografía del libro De Pascuas a Ramos, «apuntes inéditos de Juan José Salamero Resa del año 1926, Catálogo de voces y costumbres de la Ribera de Navarra por J. J. Burcemay»”.


Eugenio Salamero Resa

Sobre él, Joxemiel Bidador escribe lo siguiente:

“El hermano de Juan José, Eugenio, también cultivó la literatura, siendo, además de infinidad de artículos de prensa, autor de dos libros. El primero de ellos es el titulado Estampas de mi tierra, con el que fue premiado en el concurso literario celebrado en 1929 en Pamplona por el Patronato de la Biblioteca Olave, y que fue publicado en Madrid en 1930 en la imprenta de Martosa. La portada del mismo fue encargada por el autor a José Joaquín Montoro Sagasti, a quien llama amigo y agradece especialmente su colaboración. El segundo libro apareció en 1936 y es el trágico relato Jesús de Yerga, historias de caza que con el número 17 salieron en la colección «La Novela Vasca» de la editorial Navarro y Del Teso de Donostia, colección en la que ya habían publicado sus obras autores como Victoriano Juaristi, Pío Baroja o el valtierrano Félix Zapatero. Son los relatos de Eugenio Salamero fiel reflejo de las costumbres, tipos y habla populares de la Ribera navarra, lo que es además fiel reflejo de su pasión, ya que estaba «enamorado de la vida sana, aunque ruda, feliz, aunque ignorante, de las gentes del campo de mi tierra navarra, bravos tipos ribereños». En su divertida «Carta del Ciriaco a la Luisa» recogía el modo de hablar propio de los riberos con una gracia especial no exenta de ingenio:

“Querida Luisilla: M’alegraré qu’estés güena como yo estoy güeno gracias a Dios. Hi perdio la cuenta de los tiempos qui hace que no m’has escrito y estaba dispuesto a no escribite hasta que rompieras tú, pero no puo aguantal más […] Has de sabel qu’esta mañana m’hi ido al güerto, que sabes ha de sel de los dos en cuanto que nos casemos, y da gozo el velo. Los alberechigos y los molocotones ya van tuviendo fruta y los otros árboles tamién, y’hay unas sandías y unos melones que m’han hecho acordame de ti de lo majos que están. M’hi llevau l’ajada y l’ascopeta; con unas miajas d’agua que pasaba, hi regau los pimientos y hay cogio antes unos cuantos p’haceme el ranchillo y la tomatada. En el inte m’hi dua una güerta con l’ascopeta y m’hi matau un confiturdeo, un retorcicuellos, un subitroncos y tres marigüelillas qu’han ido a la cazuela. En esto m’hi fijau que l’agua se salía de la quintana y vay era que mampochaba porque l’alcanduz que pasa ebajo el ribazo estaba tacuñau. Con un palo t’hi dau firme  furgazos hasta qu’ha soltau un chifletazo mucho grande y ha corrío ya bien dimpués”.


José María Iribarren Rodríguez

Tudela (1906-1071).

Según la Gran Enciclopedia Narra, es el escritor navarro más leído del siglo XX y más variado en su obra.

Entre sus trabajos destacan los históricos (Con el general Mola; Mola. Datos para una biografía y para la historia del Alzamiento Nacional; Espoz y Mina. El guerrillero; Espoz y Mina, el liberal; Vitoria y los viajeros románticos; Pamplona y los viajeros de otros siglos; El moro corellano y los bandidos de Lanz; Hemingway y los sanfermines; Historias y costumbres), los costumbristas (Estampas tudelanas; Retablo de curiosidades. Zambullida en el alma popular; Batiburrillo navarro, segunda parte del Retablo; Navarrerías. Álbum de variedades; De Pascuas a Ramos. Galería religioso popular festiva; Burlas y chanzas; Cajón de sastre; Ramillete español. Zarandajas, ensayos y recuerdos) o literarios (El patio de caballos y otras estampas).

Además, están los trabajos lingüísticos como El porqué de los dichos y, especialmente, el Vocabulario navarro y Adiciones al Vocabulario navarro, siendo este último el que le valió que Euskaltzaindia, la academia de la lengua vasca, lo nombrara “miembro correspondiente de la Academia” en 1955.

Con respecto a la inclusión y explicación del origen vasco de muchas de las palabras que aparecen en sus diccionarios, el mismo Iribarren hace las siguientes advertencias que figuran al comienzo los mismos:

Advertencia que figura al comienzo del Vocabulario navarro:

“Excluir de este Vocabulario Navarro las palabras que huelan a vascuence hubiera sido absurdo. La mitad de Navarra las emplea hoy. Por otra parte, la mayoría de las voces vascas u oriundas del vascuence que incluyo aquí no figuran en los diccionarios vascongados, o figuran con otras acepciones. Yo he procurado recoger aquellas voces vascas y semivascas que siguen empleándose en zonas donde se habla el castellano desde hace más de un siglo. Y las que, procediendo del vascuence, aparecen corrompidas, o por decirlo así, castellanizadas. En alguna ocasión dudando de incluir o no incluir palabras vascas puras, opté por la inclusión porque, si hoy no, el día de mañana podrán interesar a los lingüistas y a los vascófilos que estudien el repliegue del euskera y su pervivencia en zonas dominadas por el castellano”.

Y en las Adiciones al Vocabulario navarro:

“Observará el lector que en estas adiciones abundan los vasquismos. Me decidí a incluirlos tratando de salvar las reliquias del viejo vascuence que se conservan hoy en zonas dominadas, entera o casi enteramente por el castellano. He incluido también nombres vascos de plantas…”

Una muestra de su obra: “El folclore del día de San Juan”

Para saber más sobre Iribarren;